Soy el Chef Alejandro

MI CURRÍCULUM COMO CHEF

Una década con la chaquetilla de cocina
Más de 10 años experiencia profesional aprendiendo de los mejores chefs de cocina en múltiples restaurantes con estrella Michelin.

Un máster en cocina internacional
Barcelona, Berlín, Helsinki, Palma, y ahora Toulouse - mi aventura culinaria me ha llevado a recorrer múltiples países europeos y a apreciar las particularidades de las diferentes cocinas regionales.

Excelencia académica
Graduado como Chef de Cocina por la prestigiosa EHIB - Escola d'Hoteleria de les Illes Balears, en Palma de Mallorca.

Fusión culinaria
Especializado en cocina mediterránea con una sólida base técnica de cocina francesa clásica.

Al servicio de la diplomacia
Crecí profesionalmente hasta convertirme, en 2014, en Jefe de Cocina de la Embajada de España en Helsinki.

Triunfo empresarial
En 2017 abrí Raimundo Burger, una hamburguesería gourmet en Palma de Mallorca que alcanzó pronto el éxito, tras alzarse dos veces consecutivas con el título de 'Mejor Hamburguesa de España' en la Battle of the Burger Spain 2018 y 2019.

1. MI PASIÓN POR LA COCINA

El inicio de mi pasión por la cocina tiene nombre y apellidos: Felicidad Samblás Romero, mi abuela materna. Corrían finales de los 80 y durante los 90, cuando cada sábado mi abuela convocaba a toda la familia en torno a una mesa rebosante de comida. En aquel tiempo, las mujeres se encargaban de preparar aquellos suculentos y abundantes almuerzos que se alargaban hasta bien entrada la noche. Ahí es donde entra en escena mi madre, Amor, una mujer que odia cocinar y que parece tener alergia a la cocina. Como hijo único, no pasó mucho tiempo hasta que me dejaron sustituirla y adentrarme en aquel santuario: la cocina de mi abuela.

Yo era el único de mis primos que tenía el privilegio de entrar en la cocina. Desde muy temprano, me enseñaron a picar, cortar, amasar, rellenar, pincelar y a siempre probar. Me enseñaron a cocinar incluso antes de enseñarme a comer, aunque hoy ambas pasiones están bastante equilibradas. Y fue entre esas mañanas de cocina y charlas de mujeres donde descubrí mi pasión por el arte culinario.

A medida que crecía, tuve la oportunidad de cocinar a diario en mi casa. No siempre salían platos deliciosos, pero entre mis experimentos y algunos desastres, mi madre valoraba no tener que preparar la cena durante la semana. En aquellos días, los programas de cocina y los libros de recetas se convirtieron en mi obsesión y en mi válvula de escape.

Así, poco a poco, mi camino me llevó de forma natural a la Escuela de Hostelería de las Islas Baleares (EHIB) para obtener mi graduado superior en cocina y dedicarme profesionalmente a lo que ya era una de mis grandes pasiones, junto al cine y las artes plásticas.

Desde entonces, mi amor por la cocina me ha permitido viajar y trabajar en diferentes rincones de Europa, siempre persiguiendo nuevos sabores, nuevas técnicas y nuevas experiencias. Y aunque ya no esté en la cocina de mi abuela, cada plato que preparo lleva un pedacito de aquellos sábados familiares y de todo lo que aprendí en su templo culinario.

2. MI CONEXIÓN CON LA GASTRONOMÍA FRANCESA

Entre 1936 y 1939, España se desangró en una guerra civil brutal que desembocó en una dictadura militar y una crisis económica devastadora. La situación era tan desesperada en los años 40 que numerosas familias se vieron forzadas a emigrar. Entre ellas, mis abuelos paternos, que decidieron dejar su hogar en busca de un futuro mejor.

Ambos emigraron a Toulouse, la primera gran ciudad en Francia tras la frontera de los Pirineos. Allí echaron raíces y construyeron una familia. De hecho, tanto mi padre como mi tío nacieron y se criaron aquí en Francia, una tierra prometida a los ojos de mis abuelos, un lugar donde crecer profesionalmente y ofrecer una educación y estabilidad a sus hijos.

En los 70, cuando la situación económica en España empezó a recuperarse, toda la familia regresó a Mallorca para trabajar en el floreciente sector de la hostelería. Y aunque yo no viví directamente esa etapa con mi familia, sí me empapé de las incontables anécdotas que mis abuelos contaban de Francia, siempre ensalzando las virtudes de aquel país que les brindó una segunda oportunidad.

Una de las cosas que siempre me fascinó de pequeño eran las habilidades culinarias de mi abuela. Estaba convencido de que su talento gastronómico era increíble. Todo sabía mejor en su casa. Con el tiempo, me di cuenta de que su secreto no era solo su habilidad innata, sino también la influencia que Francia había ejercido en su forma de cocinar. Ella freía la carne y las verduras en mantequilla en lugar de aceite de oliva, y preparaba deliciosos y exóticos postres con nombres que parecían trabalenguas, como la Tarte Tatin Aux Pommes o el Clafoutis Aux Cerises.

Mi primer contacto con la gastronomía francesa, y mi primera conexión con este país, también lleva nombre de mujer: Gloria Gallardo, mi abuela materna. Ahora, ve con alegría cómo me he mudado a Toulouse, cómo he aprendido francés y cómo, de alguna manera, he seguido los pasos que mi familia recorrió en los 40, aunque salvando las enormes distancias. Y aquí estoy, en esta tierra que una vez fue refugio de mis abuelos, dispuesto a transmitir a través de mis tours esa herencia gastronómica que tanto amo.

3. EL CIERRE DEL CÍRCULO

En 2017, abrí mi primer restaurante propio en Palma de Mallorca, bautizado como Raimundo Burger. El concepto era sencillo, redefinir la imagen de la hamburguesa, de comida rápida a un producto gourmet. Apostamos por ingredientes de la más alta calidad, de temporada y siempre frescos. Parece que la fórmula funcionó, pues en 2018 y 2019 nos hicimos con el premio a Mejor Hamburguesa en el Battle of the Burger Spain.

Ese mismo 2018, justo después de ganar la primera competición, un elegante turista francés solitario apareció en el restaurante un sábado por la noche, con ganas de probar la hamburguesa ganadora. No había hecho reserva y el local estaba completo. Pero no se rindió, volvió a los 30 minutos para hacer un pedido para llevar y así poder saborear la receta premiada.

Fue en esa segunda ocasión cuando me tocó atenderle personalmente. Ese fue el momento en que intercambiamos números de teléfono, una simple acción que ni él ni yo sospechábamos que daría lugar a una historia de amor a distancia que ha cambiado mi vida por completo.

Luego, en 2021, la pandemia complicó los viajes de fin de semana entre Toulouse y Mallorca. Así que tomé una decisión: mudarme a la Ville Rose y empezar una nueva vida con Loïc, un ingeniero aeroespacial que trabaja para el CNES, la Agencia Espacial Francesa. Así, de una forma que no sé si atribuir al azar o al destino, acabé cerrando el círculo, uniendo los dos pilares fundamentales de mi vida: mi pasión por la cocina y mi conexión con Francia.